jueves, 7 de julio de 2011

El duro despertar de 6 de Julio

Vista desde mi habitación
El jet lag me está machacando. He tenido que despertarme a las 3:45, es decir, vuelta a la hora española... . Pero vamos por partes.

El JFK, en la terminal de American Airlines, se ha convertido en un supermercado. No quiero parecer Marx, pero son increíbles los caminos que emplea el capitalismo para dirigirte al consumo constante. La aerolínea ha prescindido de sus mostradores de facturación para cambiarlos por unas mesas corridas con varios ordenadores en los que debes hacer auto check-in.   Y aquí es "cuando la matan". Resulta que ni DNI, ni pasaporte. Tú identificación la hacen con tu VISA aunque no hayas comprado el billete con ella. ¿Motivo? Fácil. Ofrecerte cambio a business class, entrar antes al avión o comida de mejor calidad. El remate de la jugada es que una vez pulsado el NO en repetidas veces, debes ser tú el que se dirija a una cinta, poner la pegatina a tu maleta y mandarla, con suerte, a tu avión.

De la seguridad también vuelvo a hablar. He probado el escáner corporal. Señores, te cagas encima... es así. Te obligan a ponerte de perfil, con los pulgares en las sienes en posición burlesca y encima descalzo con los vaqueros deslizando por las caderas. No puedes sentirte más desnudo.

Ya en la puerta de embarque, amanece en NYC. Son las 5:30 de la mañana y junto a mi hay dos chicos judíos fácilmente identificables con su kipá. Uno de ellos saca de su mochila una túnica y una larga tira de cuero que en su parte central tiene un apoyo de forma rectangular que coloca en su frente. Con la prolongación de la tira se realiza un "vendaje" en su brazo izquierdo. Nada light, se aprieta hasta que el brazo coge mal color mientras se balancea durante su rezo. Compartida o no, la cultura y las tradiciones te superan en el momento más inesperado.




Dentro del avión y a restar horas al reloj. Menos 3. Dirección a la costa oeste. Espera Las Vegas.

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